Reclinatorios y degradación
ANDRÉS PERELLÓ . Senador PSOE (Izquierda Socialista)
El País. 13/05/2008
Si hace unos años me hubieran preguntado qué me preocupaba más de la llegada de la derecha al Consell de la Generalitat habría dicho: el deterioro de los servicios públicos, en primer lugar, y después la regresión en materia de participación ciudadana, el incremento de las desigualdades como consecuencia de lo anterior y de una política económica ultraliberal y egoísta cuyo centro de gravedad se sitúa en el núcleo de poder del PP.
Hoy, habiéndose confirmado con creces mis preocupaciones y temores, mi respuesta ante esa misma pregunta sería distinta. Siendo evidente y grave el deterioro de los servicios públicos que más vertebran la sociedad y la hacen más junta e igualitaria: sanidad, educación y servicios sociales, me parece tanto más grave el nivel de degradación ética, política y moral que la sociedad valenciana ha alcanzado, como sin darse cuenta, por la política del PP y el uso perverso que ha hecho y hace de las mayorías de las que legítimamente goza en tantas instituciones. Tres elementos están en la base de mi preocupación: la permisividad cómplice con la corrupción, se lleve mediáticamente o no hablar de ella, ha socializado de tal forma las prácticas corruptas, que no solamente la prensa ya le da poca importancia, sino que se vota a los corruptos como una garantía de que si un referente político e institucional es corrupto, por qué no lo va a ser un ciudadano. Si un político se corrompe junto a promotores amigos con recalificaciones urbanísticas, es grave pero no tanto si por mi trozo de huerta me dan un buen cacho, aunque no sea ni sombra de lo que se lleva él... todos ganamos, parecen decir algunos. En Italia sucede algo parecido, ahora está menos mal visto no pagar impuestos, habida cuenta de que el líder del país, Berlusconi, ha declarado que no está mal defraudar a Hacienda ¡Y ha ganado! ¿Hay similitudes con la Comunidad Valenciana?
La ocultación de cuentas y del inmenso y obsceno derroche de fondos públicos que no cesa en el Consell de Camps, ha supuesto que muchos alcaldes imiten el ejemplo y que el desprecio al control del Gobierno en el Parlamento sea ya un clásico que no moviliza ni una columna de diez líneas en la prensa. Si quieres tener cuatro columnas será mejor que pidas que las comisiones parlamentarias sean los martes en vez de los lunes. Eso será toda una noticia que merecerá el reproche ciudadano, como si los lunes el diputado no tuviera trabajo en su circunscripción. A partir de ahí se puede deducir que derrochar y corromperse es menos llamativo que hacer una propuesta de este tipo e incluso más edificante patrimonialmente. ¿Para preocuparse?
El uso pervertido del poder que amenaza al discrepante sea cargo público, funcionario o periodista de Canal 9, es la tercera causa de las que están en la base de la mayor cota de degradación que afecta actualmente a nuestra sociedad. Si un periodista se niega a leer el libelo que le pone delante el mandamás del partido, puesto por Camps en Canal 9, su futuro está en las tinieblas exteriores. La deontología se ha sustituido por el reclinatorio, instrumento muy práctico en la Presidencia de la Generalitat y sus aledaños. Y se pretende sustituir también en la Sindicatura de Greuges. Resulta escandaloso que la Síndic, en justo cumplimiento de las obligaciones que la ley le otorga, "recibir quejas", informe de las que tiene sobre la no aplicación de la ley de la Dependencia en esta Comunidad y haga público que los valencianos más necesitados mueren antes de que su Gobierno aplique una ley que les iguala al resto de españoles, y la respuesta de Cotino sea que "los que se quejan están en contra de la Generalitat", y la del portavoz popular, Ricardo Costa, "que hay que cambiar a la Síndic por ser crítica", o sea, porque no pasa por el reclinatorio del poder, no colabora con la degradación y, por tanto, hace falta alguien en ese puesto que se doblegue y no haga caso de los que se quejan.
Votarles les votan, pero si al final es verdad que hay infierno... a algunos no les van a valer de nada los golpes de pecho, así les salga joroba de tanto pegarse.
Si todo lo anterior se quiere aderezar con los cientos de millones de euros del bolsillo de todos que se gastan en campañas de todo tipo, siempre partidistas o dedicadas a enfrentarnos con otras comunidades o con el Gobierno de España, usando una cuestión como la del Agua para todos, tendremos los ingredientes para una regresión difícil de recuperar en materia de ética política y por tanto de moral social. Todo vale, y el que no lo vea así o discrepe no es un buen valenciano. Son nuestras costumbres, no sé si las que tendrán que practicar también los emigrantes.
Los servicios públicos se recuperan con tiempo y dinero, aunque tenga que ser mucho, pero la degradación de la política y la ética social cuesta una generación o más para recuperarla.
Ejemplos de corrupción, mentiras y manipulación salidos del poder del PP son nuestro pan de cada día, el último el Agua para todos los que tengan tierras donde Danone quiere poner su embotelladora y su balneario, es decir, para todos los adocenados por el PP con dinero público por encabezar la plataforma pro-trasvase. Y mientras, los agricultores creyendo que les defendían. ¡Caraduras!
Es verdad que a todo eso ha de poner coto la izquierda y dar alternativa, y desde luego eso no lo va lograr rompiéndose en mil pedazos por la izquierda del PSOE, o llevando a cabo un debate sobre quién es más joven y esbelto en el seno del socialismo valenciano. Un poco más de rigor, análisis y propuestas nos iría mejor. Pero eso quizá sea materia de otro artículo. No quiero manifestar más preocupaciones. Acabar con la degradación a todos los niveles es nuestro primer reto, y no imitar las políticas de reclinatorio en el interior de los partidos de izquierda, otro no menos importante.