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Izquierda Socialista de Segovia por la defensa de los Derechos Humanos

UNA IGLESIA EXTRAVIADA. José Antonio Pérez Tapias, profesor de la Universidad de Granada

19 Marzo 2007

Granada hoy

SI la barca de Pedro zozobra en las aguas de la sociedad española no es por los vientos laicistas, sino por el empeño de su tripulación en conducirla por los intransitables mares del dogmatismo y la intolerancia. Tanto la ciudadanía en general como los sectores más abiertos de la comunidad eclesial no dejan de asombrarse ante un episcopado que se sobrepuja a sí mismo en dar muestras de que anda con la brújula enloquecida.

Todo indica que la empecinada defensa de trasnochados privilegios impide leer adecuadamente los ‘signos de los tiempos’ y plantear con acierto ‘la misión de la Iglesia en el mundo’. Lejos del espíritu del Concilio Vaticano II, la nostalgia de la época de ‘cristiandad’ incapacita para interpretar bien la propia tradición y expresar el sentir compartido de la comunidad. Por afán muy poco evangélico de imponer su autoridad, determinados eclesiásticos hacen alarde de un autoritarismo que les descalifica dentro y fuera de la Iglesia.

Por modos nada dialogantes de exponer lo que la Iglesia tenga que decir en el debate público de una sociedad pluralista y democrática, desde el ‘lugar cívico’ en el que ha de reubicarse, esos representantes suyos no pasan de ser defensores de injustificables intereses alineados con políticas conservadoras. Así se manifiesta en posicionamientos que evidencian el denominador común del integrismo católico.

La falta de respeto con que determinados miembros del episcopado, empezando por el arzobispo de Granada, han tratado a la enferma que días atrás murió, tras solicitar que se le retirase la respiración asistida que prolongaba su agonía en situación que, de no zanjarse, bien podía entenderse como de ‘encarnizamiento terapéutico’, es muestra de una intransigencia nada caritativa. Despreciando el ordenamiento legal que regula estas situaciones y los pronunciamientos tanto de la Comisión de Ética como del Consejo Consultivo de Andalucía acerca de los derechos de la paciente, quienes desde la Iglesia se han pronunciado contra su decisión lo han hecho induciendo confusiones y desconociendo las elaboraciones al respecto de la mejor teología moral. No cabe sino recordar las palabras de Jesús contra los fariseos denunciado que imponían a los hombres cargas intolerables respecto a las cuales no hacían nada por aliviarlas.

No sólo en una situación como ésa están mostrando ciertas autoridades eclesiásticas escaso sentido democrático y poco respeto a derechos de los ciudadanos, sino que pasan, con una coherencia digna de mejor causa, a ataques tan desconsiderados como infundados a decisiones tomadas por los representantes de la ciudadanía y plasmadas en leyes. Es el caso de la descalificación que se hace de la educación para la ciudadanía por parte de dichos sectores, que tienen a su más elocuente portavoz en el arzobispo de Toledo. Éste se despacha contra las previsiones de la LOE sobre esa materia tildándola de “terriblemente mala por desfigurar la verdad del hombre”.

Cuestionando la legitimidad del Estado para legislar sobre educación, llama a la insumisión propugnando que los colegios se nieguen a impartir esa asignatura, a la vez que invita a los padres a hacer objeción de conciencia negándose a que sus hijos la cursen –clara distorsión del derecho a la objeción de conciencia que la Constitución consagra–. Parece olvidarse que hasta el mismo Vaticano II insistía en que “hay que prestar gran atención a la educación cívica y política” (GS, 75). ¿Es que también se propugna que la Iglesia detente el monopolio de dicha educación?Una tercera perla es la aportada por el obispo de Huesca, sumándose a la teoría conspiratoria en lo que se refiere a los atentados del 11–M, cuyos presuntos implicados están siendo juzgados en estos momentos.

Al decir en un documento pastoral, incluso contra lo que en el mencionado juicio va saliendo a la luz, que se mantiene oculta la trama de esos atentados para no revelar la participación en los mismos del terrorismo de ETA junto al islámico, tan ilustre prelado se suma a las tesis recalcitrantes que desde el PP se siguen difundiendo para erosionar al Gobierno socialista salido de las urnas con plena legitimidad. Es patente el respaldo a las insidias con que a diario, desde la cadena de radio sostenida por el episcopado, se siembra odio en la sociedad española. Si la verdad nos hace libres, tal alimento de la mentira contribuye a que la Iglesia española quede uncida al carro de la servidumbre. Con extravíos de esta naturaleza, los que pilotan la barca de Pedro la ponen al borde del naufragio. No parece que desde el Vaticano le echen un cable; más bien lo contrario.

 

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